Amapola de California (Eschscholzia californica)

Aquí os doy cuenta de una flor que ha salido en varios blojs amigos (por ejemplo, este, este y este de nis amigas Elvira -Flores y palabras- y Montse -botanic serrat-) con fotografías de una calidad mucho mejor, pero como estas son las que tengo yo, pues eso... que no tengo otras.
Además me sirven de recuerdo (siempre que me voy por ahí asocio las plantas que veo en ese lugar con el lugar, deformación profesional que tiene uno) de aquella ciudad en miniatura que un día os presenté -en realidad se vió muy poco-, Madurodam, cerca de La Haya, justo en este post. Os juro que pondré más imágenes, pero poco a poco, que no soy una máquina (jejeje... risa con sorna).


Quizá os recuerde a esta otra papaverácea, aunque sea de otro género. Como casi todas las papaveráceas contienen alcaloides que dan sueño (si os pasáis por el camino de baldosas amarillas lo comprobaréis... jeje, siempre me ha gustado la idea de que Dorothy -o Dorita, que traducción más horrenda- se pusiera hasta las trancas de opiáceos por pasar por un campo de humildes y aparentemente inofensivas amapolas, y durmiera un rato la mona, con las pupilas como cabezas de alfiler), como la misma amapola roja de toda la vida. Por cierto, no dejeis de leer este post con el que me he descojonat (si es que eso se puede decir), hablando del Mago de Oz.


Bueno, el caso es que esta flor me gusta muchísimo por su color y he querido dedicarle este post, ¡hala!

Que sepáis que tiene usos medicinales y está cultivada en muchos sitios, más bien hacia el norte, porque lo que es en el Sureste de España no la he visto nunca, oye. Yo mismo la he tomado para tranquilizarme (ya que se toma en forma de preparados farmacéuticos de una marca de la que no quiero acordarme).